KILL YOUR IDOLS

 

Luis San Sebastián

 

Comisario: F. Javier Panera

Co-comisarios: Antonio Matei y Ainoa López Riesco

 

 

 

Screaming Fields of Sonic Love[1]

Luis San Sebastián, el rock, el arte… y todo lo demás…

 

Las bases conceptuales sobre las que se han edificado parte de los contenidos de la exposición de Luis San Sebastián que lleva por título: Kill Your Idols, surgen de una serie de conversaciones en torno a los paralelismos entre la muerte del rock y la muerte de la pintura que mantuve con este artista en el verano de 2022 tras mostrarme una serigrafía con el mismo título, inspirada a su vez, en un oscuro EP en vinilo de 12” editado por la banda de rock alternativo Sonic Youth en 1983[2].

 

Fue entonces, cuando recordé, que las abrasivas canciones con oleadas de feedback incluidas en aquel seminal disco, que hoy es recordado como una grabación de culto dentro del género postpunk, fueron utilizadas un año después por el artista conceptual Dan Graham en varias secuencias de su imprescindible video-ensayo Rock My Religion, que -de nuevo- sirvió de título para una ambiciosa exposición sobre los cruces de caminos entre las artes visuales y el rock, que comisarié en el DA2 de Salamanca en 2008.

 

Desde entonces, con frecuencia he seleccionado obras de Luis San Sebastián para exposiciones que exploran las relaciones entre el arte contemporáneo y la música popular[3]; así que, uno tiene la sensación de que con esta muestra que ahora se presenta en la Galería Adora Calvo se cierra un círculo… o, se abre un vortex negro, como aquellos con los que perforaba sus “pinturas mal formadas” (misshaped canvas) Steven Parrino, uno de los artistas a los que se rinde homenaje en Kill Your Idols.

 

La primera pregunta que se me ocurre al analizar las obras producidas por Luis San Sebastián para este proyecto es si el término “pintura” todavía resulta preciso a la hora de encuadrar estos trabajos; particularmente las dos series que llevan por título: White Noise y Dead Paintings (to Steven Parrino), una coherente selección de piezas monocromas, -con apariencia de bajorrelieves-  realizadas en lona plástica, vinilo negro y barniz, montadas sobre bastidor de madera, en las que detectamos una irrefrenable vocación por producir tensiones en el dispositivo pictórico, aunque, paradójicamente, parezcan no estar reñidas con el amor a la pintura.

 

 

Confusion Is Sex (El eterno retorno)

 

En mi condición de "observador-participante" que disfruta erotizando la hermenéutica (por influjo de Roland Barthes y Simon Reynolds, para qué negarlo), confieso que cada vez que se habla del “retorno de la pintura” me resulta inevitable pensar en ese amor prohibido, tan intenso como fugaz, que de repente se esfuma… notas como se aleja -y sabes que lo mejor para ti, es que se vaya- pero, incluso cuando comprendes que lo has perdido para siempre, no logras quitártelo de la cabeza… y deseas que regrese una y otra vez…  “Confusion Is Sex” pensarán algunos, parafraseando de nuevo a Sonic Youth.

 

Con las muertes y resurrecciones de la pintura sucede algo parecido, son, como diría Greil Marcus: “como una mancha de carmín que se borra, pero permanece para siempre en tu subconsciente…”[4] .

 

A nadie familiarizado con las prácticas artísticas contemporáneas se le oculta que la actividad pictórica ha oscilado en las últimas cuatro décadas entre la teatralidad y el ensimismamiento; el exhibicionismo y la iconoclasia; y en medio de esta dialéctica, Luis San Sebastián asume de modo premeditado una actitud retórica -no exenta de fina ironía-. En este sentido, sin dejar nunca de ser un artista conceptual, lo que me parece más sorprendente de estos trabajos que ahora se presentan en la Galería Adora Calvo es que, -tras un largo periodo de reflexión- la pintura aparece liberada de los discursos funerarios y las actitudes iconoclastas que la convirtieron en tabú.

 

De hecho, lo que ha creado Luis San Sebastián para esta exposición tanto en términos materiales como conceptuales es pintura: cuadros monocromos, con pliegues y drapeados sorprendentemente sensuales, -dentro de su retórica restrictiva derivada del mínimal- entre cuyos intersticios parecen filtrarse esquirlas de crepitante feedback y siseos ambientales de ese “ruido blanco” al que alude el título de una de las series.

 

 

Goodbye 20th Century[5]

¡Hemos visto demasiado, escuchado demasiado, leído demasiado!

 

Una vez que el arte y el rock construyeron su propia Historia (o su propio museo), podríamos decir que comenzó la era posthistórica y caníbal del "auto-sampleo", hasta desembocar en este momento distópico en el que tanto la música como el arte experimental parecen haber renunciado a su papel generacional, sin que quede sitio para esa “angustia de la influencia” que ha atormentado a tantos artistas.

 

¿Pueden el reciclaje infinito, el pastiche, las estéticas de la cita, el revisionismo o el heritage rock, perpetuarse eternamente en una suerte de "meseta recombinante"?

 

La respuesta, tal vez se encuentre en artistas como Luis San Sebastián que -tal y como propone su adorado Bourriaud- pueden ejercer al mismo tiempo de historiadores y “archivistas de tiempos líquidos” y volver a cartografiar el pasado, combinando la excitación por lo (re)descubierto con una carga de sentido crítico, que no excluye la acción iconoclasta de “matar a sus ídolos”.

 

Con estas premisas, detectamos que sobre cada una de estas “Pinturas moribundas”  planea una “cadena flotante de significados” que ponen sobre la mesa todas las disputas habidas sobre el estatuto de la pintura desde que comenzó a resquebrajarse su centralidad como territorio privilegiado de las artes plásticas: sus distorsiones, depuraciones, muertes e insistentes reciclajes y por supuesto, toda la historia de vejaciones en forma de: perforaciones, goteos, frotamientos, huellas,  incendios, rupturas de marcos, expansiones,  postproducciones… Reconozcámoslo; hay algo de placer culpable -¿necrófilo?- en intentar reanimar un medio que ha sido declarado (no)muerto en tantas ocasiones…

 

 

Kill Yr Idols (again). Post-pintura Vs. Post-rock

 

Los títulos de las obras de Luis San Sebastián, en este sentido, nunca son gratuitos y, por ejemplo, tras la apariencia monocroma de inmaculado “blanco sobre blanco” de la intrigante pieza textual en aluminio lacado, vinilo, pintura blanca y barniz que da título a la exposición, el artista despliega un palimpsesto de referencias con las cuales se podría trazar toda una genealogía de las restricciones cromáticas en la historia de la pintura, que parten de la “Composición Suprematista” de Malevich (1918), pasando por la serie “White Painting” de Robert Rauschenberg (1951), que inspiró los 4’33’’ de silencio de John Cage (1952), pasando por la monocromática “White Flag” (1955) de Jasper Johns y las “Cinco letras en neón blanco” de Kosuth (1965), hasta desembocar en la iconoclasta portada del  White Album  de The Beatles diseñado por Richard Hamilton (1968).

 

Del mismo modo que en su serie Dead Paintings Luis San Sebastián plantea -con Steven Parrino como medium- una reflexión crítica en torno a los cimientos estructurales y conceptuales de la pintura, hasta llegar a reinventarla como “post-pintura”, conviene recordar que, algunas bandas de la No Wave como Sonic Youth, Swans o Electrophilia -en esta última Parrino tocaba la guitarra con la pintora Jutta Koether- utilizaban el conceptualismo y el extremismo sonoro como una arista cortante que los diferenciaba de formas musicales más convencionales. Para ellos, el término “post-rock” significaba utilizar la instrumentación del rock para propósitos ajenos al propio rock: tocar las guitarras con afinaciones no convencionales, para alejarlas de sus raíces Rhythm & Blues y agredirlas con objetos como baquetas y destornilladores para lograr nuevos timbres y texturas sonoras vibrantes que las situaban más cerca de Fluxus que de los Ramones…

 

Estoy seguro de que -si aún siguiera entre nosotros- el bueno de Parrino estaría de acuerdo con Luis San Sebastián y conmigo, y juntos, proclamaríamos a coro:

“Si el mundo se desmorona… la pintura, al igual que una guitarra distorsionada, también debería vibrar hasta desmembrarse (…)”[6].                                                                             

F. Javier Panera Cuevas

 

 

[1] Screaming Fields of Sonic Love, es el título de un CD recopilatorio de Sonic Youth editado inicialmente en 1994 por la revista francesa Les Inrockuptibles, que reúne sus mejores grabaciones antes de entrar en una multinacional. Anticipo que, al igual que la exposición, todos los epígrafes de este texto están sacados de títulos de discos de Sonic Youth.

[2]Kill Yr Idols fue editado en 1983 inicialmente sólo en Alemania. La portada del Ep es una pintura realizada por Kim Gordon, bajista de la banda que representa al guitarra Thurston Moore.

 Kill Your Idols, es también el título de una película estrenada en 2006, dirigida por Scott Crary, que documenta tres décadas de bandas art punk en la ciudad de Nueva York.

Me parece oportuno citarla porque en ella se plantea -al igual que en muchas de mis discusiones con Luis San Sebastián- un debate sobre conceptos como la originalidad y la nostalgia a través de una dialéctica intergeneracional entre aquellas bandas emergentes de la ultra-oscura escena No Wave y Art-punk de Nueva York de 1977-82  (con las que yo me eduqué siendo adolescente) y las bandas revival de dicha escena que surgieron en la primera década del siglo XXI, que todavía siguen cautivando a Luis San Sebastián.

[3] Bailar de arquitectura y This is Not a Love Song (Centro Cultural de la Villa, Madrid, 2019 y 2020), Líneas no paralelas y De ruidos, susurros, acciones y silencios (Casa de las Conchas, Salamanca, 2022)

[4] Greil Marcus. Lipstick Traces. A Secret History of the 20th Century, Martin Secker & Warburg Ltd, 1989.

[5] Goodbye 20th Century, es un álbum editado en 1999 que reúne versiones de piezas de compositores de vanguardia como John Cage, Yoko Ono, Steve Reich o Nam June Paik interpretadas por Sonic Youth y colaboradores como Christian Marclay o Takehisa Kosugi.

[6] La cita (libre) proviene del libro de Steven Parrino. The No Texts, (1979-2003): If the “the world is falling apart,” then painting should too / Like distortion (power chords and feedback), painting should “vibrate until it disjoins.”


A finales de la década de los 70 del siglo XX surgía en Nueva York una corriente artística alternativa que se desviaba de los grandes circuitos de mercado del arte. En esta, la música y las artes visuales jugaron un papel fundamental, con una fuerte impronta ejercida por la actitud radical del Punk o la música distónica y violenta No-Wave. Este ambiente fue el caldo de cultivo perfecto para que se diera una mezcla entre las obras de carácter rebelde promovidas por el Punk y corrientes artísticas con una fuerte base teórica y un conocimiento profundo de la Historia del Arte.

 

De este modo, destaca el caso de Steven Parrino, cuyo radicalismo nace a partir de un profundo estudio de la historia de la pintura y el Avant-garde. En el caso de Parrino, ya desde finales de los 70, destacó por sus performances, tales como Fire Door (1979), para la activó la alarma de incendios de un edificio para después escapar de él; Electric Guitar (1979), en la que jugó con el ruido generado por el feedback de una guitarra eléctrica enchufada al amplificador a un volumen muy alto o Disruption (1981), para la que destrozó un televisor a martillazos. Aunque el carácter de estas obras es fuertemente improvisado, la energía anárquica y rebelde que desprenden sería apreciable en sus trabajos pictóricos posteriores, los denominados misshaped monochromes.

 

Al igual que Steven Parrino, las pinturas de Luis San Sebastián muestran un fuerte carácter subversivo y subcultural. Además, las influencias que los movimientos Punk o No-Wave tienen sobre su obra son palpables no únicamente desde el punto de vista teórico, sino que también desde el formal. Luis, ha querido tomar prestado el nombre de uno de los álbumes más icónicos de la banda de rock Sonic Youth como título de esta exposición: Kill Yr Idols (1983). En las piezas dedicadas a Parrino, Dead Paintings (to Steven Parrino), San Sebastián, al igual que el artista neoyorquino, se hace eco de las teorías push-pull y las corrientes fatalistas que hablaron ya hace casi un siglo de la muerte del arte.

 

Las teorías push-pull, sintetizan la ambivalencia presente en todas las capas de las sociedades posmodernas: el mundo rico y el pobre, las condiciones de vida extrapolables de un entorno a otro o cómo las distintas condiciones de vida, factores sociales y situaciones cotidianas pueden tener una influencia destacada sobre nuestras vidas. La interpretación de estas tensiones sociales, se materializan en la obra de Luis San Sebastián a través de la deformación del lienzo, la elección de los materiales, y la paleta monocromática, entre otras cosas. Una manera de plasmar, a través de la pintura, la violencia que caracteriza las sociedades actuales.

 

Por otro lado, la idea del fin del arte es algo que ha preocupado a numerosos artistas desde la segunda mitad del siglo XX, tanto Parrino como otros que están fuertemente influidos por su obra, como Banks Violette o Gardar Eide Einarsson, han tomado esta idea como punto de partida para originar un tipo de arte multidisciplinar y para el que la libertad creativa es la nota predominante. Todo ello se sintetiza perfectamente en la cita del propio Parrino:

 

Most are afraid of total freedom, of nothingness, of life. You try to control everything, but nature is uncontrollable. It doesn’t matter how you express yourself (words, image, electric guitar), what matters is that you have something to express.

 

Una idea que guarda una estrecha relación con la idea propuesta por Sonic Youth en Kill Yr Idols (1983):

 

I don't know why

You want to impress Christgau

Ah, let that shit die

And find out the new goal

 

La obra de Luis es partícipe de esta corriente de pensamiento. Se trata, en definitiva, de una oda a la libertad creativa, un movimiento que al igual que el arte radical de las vanguardias históricas, se posiciona frente a los estamentos artísticos más formales y cuyo mensaje clave es elevar la verdadera naturaleza subversiva de la música y el arte por encima de la aceptación pública o profesional. Tal y como defendía Ad Reinhardt:

 

El arte es arte y todo lo demás es todo lo demás.

 

Antonio Matei

 

 


OBRAS DISPONIBLES:

 

 

Untitled (to Steven Parrino) I

 

Untitled (to Steven Parrino) II

 


Untitled (to Steven Parrino) III

 

Untitled (to Steven Parrino) IV

 


Kill Yr Idols

 

Anthem for doomed youth

 


White Noise I

 

White Noise II

 


Dead Painting I

 

Dead Painting II

 


Galería Adora Calvo

 

C/Epidauro,53 (Las Rozas, Madrid)

Tel. +34 630 046 856

info@adoracalvo.com