Según Thomas Hobbes, el estado es como un Leviatán, un monstruo bíblico que las personas necesitamos. Sin estado, en el “estado de naturaleza”, la vida sería violenta, insegura y corta. Los seres humanos, en su búsqueda de seguridad, estarían dispuestos -es decir, “consentirían”- en dotarse de un estado fuerte, un Leviatán que los proteja de vivir en un mundo de todos contra todos. Pero, como probablemente añadiría John Locke, el problema es que ese estado fuerte puede abusar de los seres humanos a los que protege. Así que necesitamos instituciones que protejan a los ciudadanos del despotismo del Leviatán.

En algunos sitios, como Europa, con su modelo de democracia liberal y social, se ha encontrado, después de muchas vicisitudes, un equilibrio, o una tensión apropiada, entre un estado fuerte y la defensa de los derechos individuales. Uniendo el libre mercado a la protección social. La seguridad al pluralismo. La libertad (irrenunciable) a la equidad. Hay algo bello en la idea de una teleología, de una causa final, que conduce a la humanidad hacia el progreso. Pero esto último es una guía y no un camino cierto. Estos equilibrios son presumibles en sociedades ilustradas, activas, exigentes y críticas, en donde la política, con sus deliberaciones, sus conflictos, sus miserias y sus grandezas, se manifiesta en todas las esferas.

 

Tendemos a dar por sentado que el mundo de la vida cotidiana y el mundo social y colectivo que hay ahí fuera, con sus prácticas, normas e instituciones, ha sido y seguirá siendo así. Sin embargo, si apartas el velo verás que es un mundo construido al que conviene cuidar. Por una parte, es asombrosamente resiliente, pero por otra es desconcertantemente frágil. Hay que aceptar que el ser humano es falible y que hay que cuidarse del populismo, de las autocracias, de los desmanteladores del orden internacional liberal… En definitiva, la política es importante y urgente.

 

La exposición que aquí se presenta pretende encontrar y hacer arte en un medio bastante agitado como el descrito. En un primer acercamiento, se trata de hacer arte programático, en torno a determinados aspectos de una realidad empírica. Se tratarán asuntos, contradicciones y paradojas que aparecen en la realidad política, y ello se hará con grados variables de crítica y de abstracción intelectual, y con técnicas también muy diversas. Pero, detrás de lo específico, o mejor, en lo específico mismo, también puede haber universales. Para Friedrich Schelling, el arte, o lo bello, tiene que ver con encontrar en cada una de las particularidades lo general, lo absoluto, lo cósmico. Si en la vivencia de lo específico aparece “algo más”, ahí hay experiencia del arte. Y esa presencia del arte no se consigue usando la razón y los recursos del lenguaje, sino más bien algo parecido a la intuición. Si experimentas la “Fantasía en do mayor” de Robert Schumann con la perspectiva técnica del pianista, no tendrás la experiencia del “absoluto” de quien, siendo lego en técnica musical, se deja sumir en el espíritu de la corriente sonora.

 

Por lo menos, nuestra intención, es que el Leviatán se presente con algo de liberación temporal de lo cotidiano.

 

Andrés Fernández

Galería Adora Calvo

 

C/Epidauro,53 (Las Rozas, Madrid)

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