Considero mi obra como una segunda forma de arte conceptual, no como pintura pura y simple en el viejo sentido, aquí la interpretación semiótica implicada produce un medio de localización o
definición del presente, es decir, de uno mismo. Cuando por ejemplo cito un icono familiar del pasado en una obra evidentemente contemporánea, siento la diferencia entre el Entonces y el Ahora, y
al mismo tiempo la relación entre ambos. Todo esto lo he experimentado muy vivamente con mi última obra romana, el año pasado, 2014 lo pasé allí, como
becado en la Academia de España en esa ciudad.
Mi trabajo posterior está siendo un desarrollo de todo esto aprehendido en Roma, en mi obra siempre ha cabido todo, pero siempre me ha parecido que la constante importante era el Espacio, pero
desde mi traslado de Nueva York a Roma hace ahora casi dos años el Tiempo ha pasado a ser el eje vertebrador. Esa relación entre el Entonces y el Ahora ubica mi posición presente con una
precisión a veces misteriosa que me produce una extrañeza sutil y un placer efectivo en la degustación mental de la misma, pero que no deja de ser un reflejo de esta nueva
relación que he establecido con el Tiempo.
Una relación más de madurez, con una vibra muy diferente a cómo me aproximé a Nueva York, o quién era yo cuando fuí allí por primera vez. Entonces en la Ciudad Eterna he experimentado los
repliegues y redefiniciones del vasto banco de imágenes de tantas culturas, y me he sentido dentro, como una criatura suya.
Por esto, mi propuesta para ArteSantander 2015 es mostrar un conjunto de dibujos que reflejen mi momento actual, y el desarrollo de toda esta obra que venido haciendo desde que regresé de Roma
hace ya varios meses. Mi intención es mostrar obra sobre papel, pero también intervenir en la pared, poder dibujar y así crear un diálogo entre la pared que soporta el papel del dibujo.
Además, y para ahondar en esta preocupación mía por el dibujo, también me gustaría mostrar cerámica, en este caso llevo trabajando con lebrillos, esmaltándolos y dibujándolos, y es como una
vuelta a mi mediterraneidad.
Otra de las lecciones romanas ha sido sobre el estilo, me parece pertinente hablar de ello aquí por el valor que está teniendo en mi desarrollo artístico, como de alguna forma los múltiples
estilos han sido considerados bien representacionales bien abstractos, pero se pueden ver ahora como datos neutrales, que de acuerdo con las convecciones pueden ser considerados como éste o
aquel. La verdadera distinción entre la representación y la abstracción es una convención artificial: todos los códigos de imágenes son neutros en este caso, hasta que no le
proyectamos un valor u otro. En este sentido Roma me ha enseñado sobre las convenciones y los hábitos, un tipo de perspectiva que de alguna forma siempre echaba de menos en Nueva York, pero que
ahora desde la perspectiva romana o incluso europea hacen más rica mi experiencia americana.
A la pregunta: qué es el estilo?, Duchamp respondió: el hábito.
Mi obra está dirigida tanto a la mente como al ojo. La idea de que la inteligencia debería estar en relación antagónica con los sentidos es una abominación, como todo dualismo de tipo manqueo.
Los dualismos de forma y contenido, espíritu y materia, mente y cuerpo, son todos realmente el mismo dualismo, aquel que surgió en parte como un sistema de propaganda arcaico para sostener una
forma inmutable de Estado.
Un sistema del arte rígidamente fijado en el espíritu platónico transcendelista y burgués, promovía el mito de que esos elementos estaban dados o fijados; los contenidos que ellos expresaban
estaban, así, hechos para ser apreciados como algo natural y por tanto invisibles, partes no reconocidas de la ‘ideología visual’ de la expresión cultural. El asunto es que estas categorías de
contenido estaban ejerciendo su efecto sin que nadie se percatara de ello; recibíamos sus mensajes sin comprender que nos los estaban enviando. Una de las grandes realizaciones
de los períodos anti-formalistas del arte occidental en el siglo XX es precisamente su deliberado énfasis en diversas categorías de contenido que han estado actuando sobre nosotros sin ser
notadas durante tanto tiempo.
En cierto grado el propósito del Dada y del Pop como Neo-Dada fue revelar la importancia semiótica del proceso artístico y ridiculizar la idea del Alma y sus productos intemporales. Es en este
contexto donde podría enmarcar mi campo de acción y mi línea de investigación, y ver si desde mis limitaciones soy capaz de alcanzar un grado de innovación y avance que haga imprescindible mi
propuesta.
I consider my work as a second form of conceptual art, not as pure and simple painting in the old sense, here the semiotic interpretation involved produces a means of locating or defining the present, i.e., oneself. When, for example, I quote a familiar icon from the past in an obviously contemporary work, I feel the difference between Then and Now, and at the same time the relationship between the two. All this I have experienced very vividly with my latest Roman work, last year, 2014, I spent there, as a scholarship holder at the Spanish Academy in that city.
My subsequent work is being a development of all this apprehended in Rome. My work has always fit everything, but it has always seemed to me that the important constant was the Space, but since my move from New York to Rome, now almost two years ago, Time has become the backbone. This relationship between Then and Now locates my present position with a sometimes-mysterious precision that produces a subtle strangeness and an effective pleasure in the mental tasting of it, but that is still a reflection of this new relationship that I have established with Time.
A more mature relationship, with a very different vibe than how I approached New York, or who I was when I first went there. So, in the Eternal City I have experienced the foldings and redefinitions of the vast image bank of so many cultures, and I have felt inside, as a creature of it.
Therefore, my proposal for ArteSantander 2015 is to show a set of drawings that reflect my current moment, and the development of all this work that I have been doing since I returned from Rome several months ago. My intention is to show work on paper, but also to intervene on the wall, to be able to draw and thus create a dialogue between the wall that supports the drawing paper.
In addition, and to deepen this concern of mine for drawing, I would also like to show ceramics, in this case I have been working with basins, glazing and drawing them, and it is like a return to my mediterraneity.
Another of the Roman lessons has been about style, it seems pertinent to talk about it here because of the value it is having in my artistic development, as somehow the multiple styles have been considered either representational or abstract, but can now be seen as neutral data, which according to the convections can be considered as this one or that one. The real distinction between representation and abstraction is an artificial convention: all image codes are neutral in this case, until we do not project one value or the other. In this sense Rome has taught me about conventions and habits, a kind of perspective that somehow I always missed in New York, but that now from the Roman or even European perspective makes my American experience richer.
To the question: what is style, Duchamp answered: habit.
My work is directed as much to the mind as to the eye. The idea that intelligence should be in antagonistic relation to the senses is an abomination, like all Manichean dualism. The dualisms of form and content, spirit and matter, mind and body, are all really the same dualism, that which arose in part as an archaic propaganda system to sustain an immutable form of state.
A system of art rigidly fixed in the Platonic transcendelist and bourgeois spirit promoted the myth that these elements were given or fixed; the contents they expressed were thus made to be appreciated as natural and therefore invisible, unacknowledged parts of the 'visual ideology' of cultural expression. The point is that these categories of content were exerting their effect without anyone being aware of it; we received their messages without understanding that they were being sent to us. One of the great achievements of the anti-formalist periods of Western art in the twentieth century is precisely their deliberate emphasis on various categories of content that have been acting upon us unnoticed for so long.
To some degree the purpose of Dada and Pop as Neo-Dada was to reveal the semiotic importance of the artistic process and to ridicule the idea of the Soul and its timeless products. It is in this context where I could frame my field of action and my line of research, and see if from my limitations I am able to reach a degree of innovation and advancement that makes my proposal indispensable.